martes, 21 de febrero de 2012

VIAJE A VIZCAYA 01-05-2003 a 02-05-2003 1er día


Nota del autor
  Este relato se escribió a los pocos días de realizar el viaje, con lo que muchas de las situaciones, precios y horarios descritos habrán variado en el tiempo o simplemente no existirán, asimismo se ha mantenido el tiempo verbal, tal y como si el viaje se hubiera efectuado en nuestros días, solo se ha ampliado un poco el texto original aprovechando las posibilidades del blog.
  Asimismo pedir perdón por la baja calidad fotográfica, consecuencia de la sencillez de la primera máquina digital que tuve, que precisaba de una buena luz, algo que faltó en muchos momentos del viaje, sin embargo y en contrapartida permitía a un coste prácticamente cero, hacer infinidad de fotografías.

Josep Mª Galindo

  El origen de este viaje se debe a la fusión de varias ideas, por un lado visitar una zona que en un pasado no muy lejano se distinguió por la cantidad y variedad de sus industrias pesadas, principalmente altos hornos y las suministradoras de las materias primas necesarias para su funcionamiento y transformación, minas de carbón y hierro principalmente, por otra parte este tipo de industria pesada necesita para su correcto funcionamiento un medio de transporte, el ferrocarril que ha sido uno de los impulsores del viaje, asimismo él poder visitar una profusa variedad de otros tipos de transporte que de alguna forma enlazan el pasado con el presente, como son varios funiculares, el maravilloso puente colgante de Portugalete, el metro de Bilbao que en muchos casos circula por las antiguas plataformas de ferrocarriles ya desaparecidos, y que de alguna forma han revivido gracias a el, y el novísimo tranvía de Bilbao, que nos ha transportado al siglo XXI.
  Nuestro viaje da comienzo la noche del 30 de abril del 2003 en el andén número 7 de la estación de Sants de BARCELONA, donde nuestro expreso nocturno el Pío Baroja , nombre de raíces vascas que indica claramente el destino de su viaje, esta ya formado cuando accedemos desde el vestíbulo de la estación. 
  Al tratarse de una fecha anterior a un puente generalizado, los andenes están repletos y nuestro tren es una composición variopinta de coches de tipos diversos, preferentes de departamentos, literas , camas , mixto turista-cafetería y en alguna rama con coches preferentes de los de tipo diurno denominados súper reclinables con servicio de TV y canales de música , que en este trayecto y por razones obvias no se utilizan.
Santi a la izquierda y Josep Mª a la derecha
   Al acceder a la plataforma de nuestro coche observamos complacidos que nos ha correspondido uno de estos coches súper reclinables, en concreto la unidad 10502 y que además a consecuencia de la política del sistema de reserva informáticas de RENFE que premia la antelación, nos han otorgado dos asientos en la parte central del coche que corresponden a los únicos con derecho a unas mesas extensibles que aumentan el confort del viajero.
  Hemos viajado en tren de todas las formas habituales excepto en las literas que a mi particularmente, me han dado siempre una sensación de opresión que me impiden su utilización, además de los inconveniente salvo en el caso de ocupación de cabina completa, de no saber nunca que compañeros de viaje te corresponderán.
  El coche camas debido a la dureza del plástico donde se apoya el colchón es muy incómodo y no me permite dormir , los coches de departamentos  de turista son muy angostos y los de preferente que son los que siempre hemos utilizado para viajar al País Vasco son mucho mas confortables y si la ocupación no  es total puedes extender 2 asientos enfrentados que se convierten en una cama para mi gusto mas cómoda que las auténticas.
  Nuestro expreso el 933 , arrancó de la estación a las 22h 32’ con 2’ de atraso sobre la hora prevista y en algunos momentos de la noche llegará ha circular 40’ retrasado sobre su horario base según me comentó al llegar a Bilbao mi compañero de fatigas. lo que demuestra que he dormido mas de lo normal, siendo lo habitual que en las paradas largas de Castejón y Miranda me despierte e incluso aproveche para bajar y ver las maniobras pertinentes, sin embargo esta vez y hasta pasado Miranda no he despertado, lo que en mi es rarísimo ya que normalmente despierto en cuanto el tren  para en alguna de las estaciones del recorrido.
   Esto es una clara demostración de las bondades de estos coches súper reclinables que no conocía hasta la fecha y que me han sorprendido favorablemente, la lástima es que con la política de desguaces que últimamente ha acometido RENFE me temo que va ha ser el primer y último viaje en que los utilicemos.
La cristalera de Bilbao Abando. auténtica señal identificadora
  Al llegar a Bilbao, la espléndida estación de Abando nos recibe, exhibiendo su majestuosa cristalera que la convierte en una auténtica catedral ferroviaria.
  Una vez repuestos ligeramente del viaje con un café tomamos rápidamente una unidad de cercanías de la serie 446 con destino al Valle del Trapagarán, donde se encuentra el funicular de la Reineta primero de nuestros destinos.
  Después de un breve viaje donde apenas si hemos podido consultar nuestras notas y planos de viaje llegamos a la estación de destino y después de preguntar a un lugareño nos dirigimos a pié a nuestro destino que se encuentra a unos 20’ de la estación de RENFE.
Autobuses de Bizkaiabus, omnipresentes en la geografía vizcaína
  La estación inferior del funicular denota la elegancia de su añeja construcción.
Acercándonos a la estación vimos una de las cabinas descendiendo
  Después de comprar nuestros respectivos billetes observamos a través de las puertas de cristal una de las cabinas del funicular, mientras esperábamos que el responsable de la estación inferior abriera el acceso que a estas horas de la mañana estaba muy poco concurrido.
La cabina nº 2 está a punto de finalizar su recorrido
Cuando pudimos acceder al funicular nos sentamos sin ningún tipo de dificultad, ya que solo cuatro pasajeros lo utilizamos en ascenso, fuimos un momento a observar a través de las ventanas al empleado responsable del control de cabina, y pudimos comprobar por medio de uno de los displays de control, que la velocidad de ascenso era de unos modestos 2 m por segundo.
La cabina va sujeta a una plataforma plana, accesible con una escalera
 Cuando nos cruzamos con la cabina descendente podemos observar la particular disposición de estos vehículos , que permite por medio de un mecanismo en las dos estaciones levantar la misma para dejar una simple caja plana en la que se pueden transportar vehículos u otras cargas.
Pocos años hacía de 75 aniversario
  Después de un renqueante viaje que me recordó por su traqueteo, el sonido de los viejos costas por el llano del Prat del Llobregat destino a la playa de Castelldefels, llegamos a la estación superior en la que se puede observar una placa conmemorativa del 75 aniversario de la inauguración del mismo.
La estación superior esta en una zona  casi deshabitada
   Salimos al exterior con la esperanza de encontrar un bar donde reponer fuerzas ya que solo habíamos tomado un café, pero nuestras ilusiones se desvanecieron rápidamente, ya que La Reineta que es el nombre de la zona donde está ubicada la estación es casi montaña pura, salvo dos o tres casonas desperdigadas,por lo que nos dedicamos ha observar como el funicular que nos había trasladado a la cima iniciaba su descenso.
El funicular que nos transportó inicia su descenso
   Asimismo se observaban los restos visibles de las minas de antaño, creyendo reconocer los de la Mina Unión y su plano inclinado.
Centrado y a la izquierda los restos de la mina Unión.
  Como el día era bastante fresco consecuencia de que el sol todavía no había salido, decidimos descender ya para seguir con nuestro periplo, sin embargo antes de subir al funicular efectuamos esta panorámica tan maravillosa del gran Bilbao y su salida al mar.
Panorámica de la costa vasca desde la Reineta.
  Asimismo observamos el mecanismo que se utiliza para levantar las cajas en caso de necesidad y convertirlas en plataformas con la que hay constancia de que en ocasiones se bajaron vehículos.
Sistema de vigas para levantar las cabinas
  Una vez colocados en nuestros asientos el funicular arrancó suavemente iniciando el descenso pausadamente con nosotros como dos únicos y solitarios pasajeros.
Al finalizar la curva a izquierdas empieza la zona de cruce
  Pasados unos minutos y después de una suave curva a izquierdas que es una particularidad del funicular, llegamos a la zona del cruce de cabinas.
 Estación inferior vista desde el funicular
  Nuestro viaje se acercaba a su destino que no es otro que la estación inferior que a estas horas empezó a estar mucho mas animada que cuando llegamos nosotros y es que un nutrido y bullicioso grupo de excursionistas esperaban impacientes su turno de ascenso, lo que ya no supimos fue si entraron todos ya que el límite de capacidad es de 70 pasajeros y realmente daba la sensación de que habían bastantes mas.
  Una vez abandonamos la estación, subimos a uno de los autobuses de Bizkaiabus que se dirigía hacia Portugalete, para poder ver nuestro inmediato destino el puente de Vizcaya, mas conocido como  Puente colgante de Portugalete, que fue el primero en ser construido en el mundo dentro de los de su género. El autobús nos dejo a unos centenares de metros del puente, cuya majestuosa presencia era ya visible recortándose por la parte superior de los tejados de las viviendas próximas.
Majestuoso aspecto del puente de Vizcaya desde una calle de Portugalete.
  Su aspecto es imponente y hace palidecer hasta que no se ve, cualquier idea preconcebida que te pudieras haber hecho a partir de una fotografía o filmación, siendo un majestuoso reflejo aún vivo de la industria del hierro del siglo XIX.


Algunos aspectos del puente y la barquilla de transporte



Una vez llegados a la ría observamos el paso de la barquilla que nos trasladará inmediatamente a la margen derecha del Nervión.
Ascensor y placa de construcción
Una placa en uno de sus laterales da fe de la fecha de su construcción.
Asimismo podemos observar el ascensor que transporta a los mas atrevidos a la pasarela superior que permite cruzarlo a pie, pagando un importe de 3€ .
 Adquirimos nuestro billete y esperamos a que la barquilla que se aproxima desde la otra orilla quede fijada al muelle y se realicen las pertinentes operaciones de descarga y carga de vehículos y pasajeros.
 Una vez en el interior de la barquilla esta inicia su rápido y silencioso viaje cuyo movimiento es apenas perceptible y sin apenas darnos cuenta nos encontramos en la otra orilla. 
 Una vez llegados al otro lado de la ría la situación se repite.Este trasiego de vehículos es continuo durante las 24 horas del día sin excepción, lo que da fe de la importancia de este medio de transporte.
La majestuosidad de esta estructura ciclópea queda reflejada en esta toma en la que se observan la complejidad de los tirantes que la sustentan.
 
Aspecto de los tirantes de sustentación
 Antes de despedirnos del puente hicimos una toma general del mismo que por desgracia no le hace suficiente justicia.
 
Perspectiva del puente desde el otro lado de la ría
A continuación y por una calle paralela al puente de Vizcaya nos dirigimos a la estación de metro mas cercana al mismo que fue la de Areeta, es conveniente si se han de hacer 3 o mas viajes en un día o 2 si son de 3 zonas coger el billete de un día cuyo precio es de 3€ y que es muy  aconsejable .
 Nos dirigimos rápidamente hacia Bilbao y bajamos en la estación de casco viejo para dirigirnos a nuestro hotel, Nervión Barcelo , camino hacia  el mismo nos deleitamos con el aroma que sale desde un bar obrero de las cercanías y nos prometemos efectuar la comida correspondiente una vez dejemos nuestras pertenencias en el hotel.
 Al pasar por delante del ayuntamiento la manifestación del sindicato nacionalista LAB en conmemoración del día del trabajo nos hace aligerar el paso por si las moscas.
 
Comiendo en Bilbao
 Después de dejar las pertenencias en el hotel nos dirigimos al bar que observamos anteriormente.La verdad es que las expectativas se cumplieron y comimos un menú bastante sabroso por el módico precio de 7€, cafés aparte. Al salir nos dirigimos dirección al funicular de la Artxanda cuya estación inferior se encuentra en el fondo de una plaza.
Estación inferior del funicular de Artxanda
 Accedimos al vestíbulo donde el funicular cuya frecuencia de salida es de 15’ ya nos estaba esperando.Una vez acomodados la ascensión se inicia rápidamente ya que este funicular a diferencia del anterior se desplaza a una velocidad de 5 metros por segundo, el trayecto se nos hace muy corto ya que la estación superior aparece rápidamente.
El funicular estacionado en la estación superior
 Desde arriba el panorama que observamos de la ciudad era espléndido a pesar de que el día no fue todo lo bueno que habríamos deseado.
Bilbao desde la cima del funicular y trayecto descendente del mismo

 Antes de descender y mientras descansábamos el funicular realizó otro viaje circunstancia que aprovechamos para inmortalizar su recorrido.
  Una vez hicimos el descenso nos dirigimos a nuestro siguiente objetivo que no era otra que una de las nuevas unidades de tranvía articulado que se integran en el paisaje urbano de una manera silenciosa y eficaz.
Museo Guggenheim
 Como nuestro deseo era que el tranvía nos trasladara desde el fin de línea que existe en estos momentos, situado en uno de los laterales del museo Guggenheim nos dirigimos allí. La estructura de este edificio mayoritariamente construido en titanio es muy espectacular , con la particularidad que tiene diferentes matices en función de la luz del día que nos proporciona diferentes perspectivas del mismo.

Diversas imágenes del tranvía
  El tranvía de Bilbao está siendo puesto en servicio por etapas, al no estar finalizado aún, se han instalado desvíos portátiles del tipo talonable en la parada final de la zona de la ría situada en estos momentos en un lateral del museo Guggenheim, una vez la unidad cambia de sentido puede iniciar su viaje de retorno a la estación de Atxuri final de línea y donde enlaza con la línea de los ferrocarriles vascos que une Bilbao con San Sebastián.
 
Vías del provisional fin de trayecto

 La unidad tiene todas las novedades técnicas del momento , teleindicadores con indicación de próxima parada y temperatura y su funcionamiento es silencioso y suave en extremo.
Una mampara transparente separa a los viajeros del conductor de la unidad lo que permite disfrutar a los aficionados como nosotros del viaje con mas intensidad.
Mientras circulamos rápidamente por el lateral de la ría pasamos por delante de la zona en la que está situado nuestro hotel , muy cerca del ayuntamiento.

Interiores del tranvía
 Una vez el tranvía se introduce en el casco urbano, efectúa su trayecto en vía única con plataforma reservada, nos bajamos en la parada situada cerca de la plaza circular, y mientras el tranvía se alejaba hacia su próxima parada nosotros tomábamos el metro en Abando que nos llevaría hasta Plentxia ciudad costera y punto final de su recorrido. 
 Fue en la estación de Abando cuando nos dimos cuenta de la importancia de tener el billete de día en nuestro poder, justo traspasar la canceladora llego nuestro metro, el tiempo necesario para adquirir el billete nos lo habría hecho perder y con el, 20’ de espera que es la frecuencia de paso de las unidades con destino a esta ciudad costera y teniendo en cuenta lo apretada que teníamos nuestro programa de visitas podían ser vitales.Mientras viajábamos, tomábamos nota de los posibles sitios en que realizar fotos desde el mismo metro en marcha y efectuarlas en el viaje de vuelta.
Panorámica de Plentxia
 Después de unos entretenidos 40’ de viaje llegamos a nuestro destino final, la estación de Plentxia.
El edifico de la estación de Plentxia conserva el sabor de los Ferrocarriles Vascos
 Es un conjunto de modernidad integrado en la veteranía del antiguo edificio de los ferrocarriles vascos que ha sido preservado y restaurado primorosamente.
 Después de cruzar un moderno puente que desemboca justo en la estación nos adentramos en esta bella ciudad costera.Como el día invitaba a pasear y sin apenas darnos cuenta nos dirigimos hacia el mar y cuando llegamos ya cerca de la bocana del puerto nos sentamos en una terraza donde tomamos un café reparador.
 Al rato decidimos continuar nuestro periplo y para ello retornamos a la estación de Plentxia, en este caso con un confortable autobús de Bizkaiabus ya que nuestras piernas empezaban a notar las horas transcurridas.
Unidad del Metro de Bilbao en la estación de Plentxia
 En el andén nos esperaba ya el tren que nos trasladaría hasta la estación de San Mamés, pues mientras tomábamos el café y ojeábamos mapas, nos dimos cuenta de que estaba próxima a la de Olabeaga de RENFE, en la que por la mañana observamos existía un pequeño depósito.
 Una vez partió el tren nuestra única preocupación, era estar atentos a los avisos de parada y así poder conseguir las fotos del depósito de Sopelana que habíamos visto a la ida, la cosa fue bien ya que por un lado los vidrios estaban muy limpios y la cámara digital con su objetivo plano, permite apoyarla en el cristal y eliminar molestos reflejos.

 
Depósito de Sopelana con su característica torre de control

 En dichos depósitos destaca sobre todo la torre de control que domina las instalaciones, unas cuantas paradas después se encuentran los talleres de Lutxana, en los que pudimos observar unas unidades de mantenimiento.
 Una vez llegados a nuestro destino nos dirigimos a pie a la estación de Olabeaga con mi autorización fotográfica en  mano, el factor resulta ser una mujer que me da todo tipo de facilidades.
 
Material de la C1 y C2 estacionado en el depósito de Olabeaga
Olabeaga es una estación que al mismo tiempo tiene unos talleres donde se efectúa el mantenimiento de las líneas C1 y C2 de la red de cercanías de Bilbao, asimismo es un enclave ya que en ella converge el ramal que muere en el Parke  Guggenheim, hace ya algunos años este ramal terminaba en la ya desaparecida estación de la Naja, que estaba situada en los aledaños de la estación de la Concordia de FEVE, pero tuvo que ser eliminada debido al plan de reordenación de la ría que le afecto de pleno.
Al ser un día festivo la actividad de los talleres era nula totalmente.En su interior además de varias unidades, localizamos un par de dresinas de mantenimiento.
Dresinas esperando alguna incidencia
 En el exterior se entremezclaban una mezcla de material de mantenimiento de vía, con un tren de socorro con una grúa de 50T, que estaba encabezado por una antiestética e insípida locomotora japonesa.
Material de vías y obras en el depósito de Olabeaga
 El hecho de ser festivo nos permitió patear el depósito a nuestro antojo, observar la variedad de material disponible y efectuar cuantas fotos se nos antojara.
 
Una vez finalizada la visita y teniendo en cuenta que el atardecer se nos echaba encima decidimos regresar a nuestro hotel, un error de apreciación nos hizo hacerlo de pie al considerar equivocadamente que este se encontraba mas cerca de lo que realmente era.Esto sin embargo nos permitió apreciar los cambios continuos que ha sufrido esta ciudad.
Clara metamorfosi de Bilbao
  La gente a la que pregunté ya hace años la primera vez que la visité, me dijeron, es una ciudad sucia, fea y con una ría horrorosa.Yo en cuanto la vi no entendí lo que me explicaron pues el cambio se empezaba a esbozar . 
 Pero es que ahora el cambio es radical y lo que antes era un patito feo se ha convertido en elegante cisne.
Y mientras los últimos suspiros de luz, creaban una visión diferente del museo Guggenheim, nosotros después de recrearnos con una última mirada al mismo nos dirigimos para efectuar la cena que nos permitiría recobrar fuerzas para el día siguiente.
Atardeciendo en Bilbao
Fin del primer día







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